Te amo, no por lo que eres, sino por lo que yo soy cuando estoy contigo.
Te amo, no por lo que has hecho de ti mismo sino por lo que estás haciendo de mi.
Te amo por aquello de mi que estás haciendo que se manifieste.
Te amo porque pusiste tu mano sobre mi corazón y por haber pasado por alto todo lo frívolo y deleznable que no has podido dejar de ver en él; y has hecho brotar a la luz todo lo bello y radiante que tenía sin que nadie más se hubiera dignado profundizar lo bastante para encontrarlo.
Te amo por no hacer caso de lo vano en mi y asir sólo las posibilidades de bien que hay en mí.
Te amo por cerrar los ojos ante lo que es discordante en mí y aumentar mi musicalidad con tu reverente atención.
Te amo porque con los maderos de mi vida me ayudas a construir no una taberna, sino un templo, y con las palabras en mi vida, no una reconvención sino una canción.
Te amo porque has hecho más de lo que pudo hacer ningún credo para hacerme feliz.
Lo has hecho, sencillamente siendo tú mismo.
Después de todo, es eso lo que significa SER AMIGO.
Metafísica para la vida diaria (Saint Germain)
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